*Por Gisela Colombo

Una serie española que ofrece la plataforma de Netflix ha conquistado mucho interés. Se trata de “El silencio”, una idea original de Aitor Gabilondo, de seis episodios. Narra el argumento que Sergio Ciscar (Arón Piper), seis años después de haber asesinado a sus padres, sale de prisión, siendo aún menor de edad. Ni en el momento de la aprehensión, ni en el del juicio, ni después, el acusado se dispone a contestar nada. Eso aumenta el misterio y su triste fama en los medios de comunicación. Nadie conoce los detalles de los crímenes e incluso menos las motivaciones que lo llevaron a cometerlos. Ana Dussuel (Almudena Amor), una joven psiquiatra, asistida por su equipo, tendrá la misión de determinar el potencial peligro que la inclusión en sociedad de este joven podría suscitar. Por eso monta una especie de central de inteligencia y desde allí opera cámaras de video y audio dentro de la casa del joven, mientras recoge los registros de las que pueblan la calle.

Sergio es observado en secreto día y noche. Pero la historia va revelándose episodio tras episodio en conexiones que, de inicio, no conocemos. Un actor argentino llamado Ramiro Blas enaltece la ya prestigiosa escuela actoral argentina prestándole el cuerpo a Natanael, un pastor evangélico que se presenta como el salvador del joven y cuyo trabajo se ordena a reinsertar a Sergio en la sociedad.

el_silencio_2.png

Andamos por la cuerda tensa. Más detalles podrían dañar el efecto de suspenso efectivo que sostiene la ficción durante sus seis episodios.

Componen el elenco: un actor de culto para Aitor Gabilondo llamado Arón Piper, (Élite) que interpreta a Sergio Ciscar; Almudena Amor (la psiquiatra), a quien vemos ser afectada progresivamente por un mal que la lleva a fantasear con ese delincuente al que persigue. Así comienzan a manifestarse los efectos de su obsesión en la vida familiar compuesta por su esposo y una hija adoptiva.

Manu Ríos, Cristina Kovani, Aitor Luna actúan también en el relato.

El libro es de Aitor Gabilondo, y aunque no naufraga, es cierto que no logra lo que de otros de sus guiones como el de “El príncipe” o “Vivir sin permiso”. Dirigen la tira Esteban Crespo y Gabe Ibáñez.

La serie resulta atrapante: está bien actuada, tiene un guión aceptable, al igual que la dirección. Pero quizá peca de un ritmo aletargado por demás para un producto de suspenso. La acción típica del thriller tal vez tarde más de la cuenta en hacerse presente. Puede que algunos espectadores pierdan interés antes de que el vértigo los tome por sorpresa. Sería una lástima porque, de todos modos, es una ficción recomendable.