En el día de ayer tuvo lugar en el Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa la apertura de “Arenas Pálida Llanura”, muestra de Paula Rivero, con una intervención multidiciplinaria en la que se convidó a un nutrido público a disfrutar de una puesta en escena que involucró todos los sentidos.
En primer lugar hubo una acción performática a cargo de Lía Espain, que nos llevó a sumergirnos en la estrecha relación del ser humano con la tierra, con la naturaleza.
Momentos más tarde, en la sala Mareque, comenzó a llevarse a cabo una propuesta que invitaba sentir una comunión íntima con las obras. Destinada a grupos de seis personas, a través de una meditación de consciencia plena invitaba a cada uno/a a conectarse con una obra de manera profunda y sentida, encontrando emociones internas.
Pero el eje de la propuesta fue sin duda el recorrido por las 45 obras de la artista a través de los distintos espacios del Centro Municipal de Cultura, todo ésto enmarcado en una bella puesta sonora, regado con buen vino y provisto de bocadillos a base de productos autóctonos, preparados por Agustín Quarleri.
Fue mucho más que una exposición, fue una noche de auténtica ofrenda que colmó el alma y los sentidos de quienes tuvieron la oportunidad de estar ahí.
Telón Pampeano estuvo presente y aprovechó la oportunidad para conversar con la autora acerca de las motivaciones detrás de esta gran puesta.
- ¿Cómo surgió la idea de esta muestra multidisciplinaria? ¿Qué la inspiró?
Arenas Pálida Llanura es un proyecto que surge del mismo modo que cada uno de los que he presentado en mis 40 años de labor en las artes visuales. Me interesa la interconexión, entrelazarnos, reconocernos en el otro. Cuando se genera una idea la comparto con artistas de otras disciplinas y cada quien vuela desde su hacer, entonces todo se multiplica, se transforma, crece. La energía fluye naturalmente y se materializan acciones nuevas.
- ¿Cuátas obras la integran y cómo fue el proceso de creación?
Son 45 obras pictóricas. Las obras fueron realizadas utilizando recursos naturales del medio y foráneos en menor medida. Fueron extraídos de corteza de chañar, diente de león, papa de monte, líquidos defermentos, raíz de curcuma, vino, café, etc. Las cortezas y hojas se recolectan cuando las plantas las desechan. La tierra ofrece sus frutos y luego se procesan con los elementos vitales, agua, fuego y aire. Cuando los líquidos van al lienzo se dejan reposando en la tierra para su deshidratación con sol y aire, por eso en algunos de ellos quedan registrados y se mantienen las huellas de los pájaros e insectos. En el proceso final se delinean sobre las manchas resultantes, las formas finales con elespíritu de la naturaleza siempre presente.
- ¿Tenés algún ritual, al momento de ponerte a pintar?
Todo es un ritual, desde la búsqueda, recolección y la posterior elaboración de los tintes. Siempre busco frutos locales y/o introducidos pero que tengan connotaciones que por algún motivo me interesen.
Creo que siempre elijo líquidos sagrado
- La imagen de la mujer atraviesa toda la obra, ¿por qué? ¿Qué representa para vos?
Mis personajes aparecen sin invitación. Es lo que me dicta la energía del universo. Creo enormemente en el ser femenino.
* Integran la propuesta: Agustín Quarleri en gastronomía, Natalia Dittler y Ornella Herrero Fiorucci en videoarte, Lía Espain en performance, Pablo Ardovino en arte sonoro, Florencia Pumilla como narradora, y en cerámicas: Taller Tierra Viva, Mirta Funaro y Tini Rivarola.