Por Gisela Colombo
No hace muchos días, el 19 de enero de 2024, se estrenó una serie de seis episodios dedicada a un fragmento de la vida del empresario, creador, diseñador y modisto de la firma de alta costura que se convirtió en un imperio de la moda a nivel internacional. Cristóbal Balenciaga era su nombre y también el de este producto de la tv española.
Como suele ocurrir en las producciones del cine y la televisión, el guión es determinante. Aun cuando se cuenten hechos reales, cualquier literatura —y un guión lo es— es una ficción. Es que, para contar hechos ocurridos en un periodo, debe hacerse un trabajo previo de selección de sucesos, de mecanismos narrativos con que se contará la historia pero también de detalles que puedan contribuir al tono y el propósito estético del producto.
Sin un buen guión es altamente dificultoso lograr un producto audiovisual satisfactorio, interesante y entretenido. Por eso, el mayor crédito vaya aquí para quienes pusieron la piedra fundamental: Aitor Arregi, Jon Garaño, José Mari Goenaga, —que también la dirigen— y han trabajado en el guión junto a Lourdes Iglesias. Crearon así una narrativa, que buscó seguir lo más a pie juntillas que pudo, los relatos de la vida de Balenciaga en el periodo en que instaló su firma en París (1937) y su retiro.
En efecto, corrido un poco por el pesimismo que provocaba la Guerra Civil en España, Cristóbal emigró a la metrópoli más competitiva del mundo de la moda de todos los tiempos. Allí tuvo que abrirse paso, con el auxilio de sus socios —una pareja española perseguida por intereses políticos— que financiaron su maison y la producción de colecciones lentas en dar sus frutos en territorio francés. Cuando comenzaba a estabilizarse y el nombre del diseñador ganaba prestigio, sobrevino la invasión nazi y Paris fue ocupada. En el estado de indefensión de los habitantes, y con una cantidad enorme de restricciones para adquirir las materias primas, el diseñador debió asumir grandes riesgos para seguir trabajando. Entre otros, coser para las esposas de los jerarcas del Tercer Reich que servían en territorio francés, sin identificarse con su ideología ni quedar pegado a sus horrores.
Pero, si bien esos estadios del relato atrapan y dejan deseo de más, la serie consigna también la retracción de los alemanes y el nuevo orden, con sus renovados desafíos para la industria de la moda. El mayo francés es otro de los hitos que afectan al protagonista y la serie refleja.
Mientras se relatan asuntos profesionales y empresariales también se va desplegando paulatinamente la personalidad extravagante, pero comedida, con un sentido de la autocrítica, la humildad y los valores tradicionales que no eran moneda corriente entre los colegas y clientes de Balenciaga. Los episodios lo describen como dueño de una identidad compleja, por momentos contradictoria, pero sumamente seria y responsable. Algunos raccontos relatan sus años de la infancia y el nacimiento de una vocación temprana e inquebrantable. Y los vínculos también ganan el centro de la escena, por momentos.
Las pérdidas afectivas (su madre, Wladzio, su compañero de vida, y Dior, su gran rival) son percibidas como desgracias de un potencial creativo extraordinario a pesar del dolor. La discreción de Balenciaga en un ámbito frívolo, vanidoso y exhibicionista, es uno de los aspectos que más destaca en esta versión. Y, mientras otros grandes competidores como Cocó Chanel, Christian Dior, Givenchy, Gautier son personajes centrales en la vida parisina, Balenciaga elige asistir sus desfiles detrás de un cortinado. Se resiste a las fotografías y las notas periodísticas, aunque la ocasión de relatar todos estos asuntos deriva del interés de una reportera inglesa autora de la reconstrucción que recorre la serie. Con ella, el diseñador se abre lo suficiente para incluso reconocer sus preferencias sexuales, que eran un tabú para él.
Esta primera temporada contiene seis episodios de duración regular. Está protagonizada por Alberto San Juan, que supera las expectativas y da vida a un personaje absolutamente humano.
Las actuaciones aportan credibilidad y calidad a la tira. El reparto incluye a: Thomas Coumans como Wladzio D´Attainville, gran amor del protagonista; Belén Cuesta (la reina consorte belga Fabiola de Mora y Aragón, a quien viste rumbo al altar,). Josean Bengoetxea y Cecilia Solaguren interpretan a los socios; Adam Quintero (Ramón Esparza e Iturralde, mano derecha en los últimos tramos de carrera profesional). A la periodista inglesa Prudence Glynn le presta el cuerpo Gemma Whelan. Anouk Grinberg le da vida a Cocó Chanel. El casting sólo erra al elegir a Anna Victoire Olivier para una aparición breve de Audrey Hepburn que no le hace justicia y pudo haberse evitado.
Un elemento resaltado permanentemente aquí es la universalidad de la figura de Balenciaga. Y es de destacar el carácter bi y trilingüe del guión y la ductilidad de los actores para moverse como peces en las aguas francesas, españolas e inglesas.
Hacia el final de los episodios se explicita un rasgo característico de Balenciaga que parece ser responsable de todas sus crisis: la obsesión por no perder el control. Este apetito que dificulta su fama y exposición, que pone cepo a la expresión del amor romántico, colisiona, en su batalla final, especialmente con un proceso novedoso en los métodos de producción. Entonces, el creador de Alta Costura, perfeccionista hasta la obsesión, debe avenirse a la producción en serie y los genéricos físicos, clasificados en un número limitado e impreciso de talles, que resultan infinitamente menos efectivos estéticamente, pero mucho más eficientes en cuestiones de ingresos monetarios. A eso debe resignarse Cristóbal Balenciaga, quien en un rapto de profunda catarsis finalmente confiesa que su motor siempre ha sido la necesidad de trascender su vida, por medio del arte.
El producto es una joya digna de verse, una historia digna de conservarse y un personaje digno de de ser amado y de admirarse.
Recepción
Cristóbal Balenciaga ha recibido críticas positivas por parte de los críticos. Aglaia Berlutti de Hipertextual le dio a la serie cuatro estrellas de cinco, escribiendo que "narra con cuidado los espacios dolorosos de una vida llena de altibajos, enigmas, pero, en particular, la creación de un estilo que todavía, ahora mismo, es digno de admiración" y apreciando que "no tiene un relato único [...] En lugar de eso, escoge crear la sensación que su personaje [...] hila el relato de su vida desde los hechos que le han impresionado y marcado", lo cual explicó que "beneficia el ritmo y el tono de la serie, además de elogiar cómo el argumento "involucra a las distintas facetas de un país dividido por un conflicto bélico, pero también, lleno de arte que refleja el dolor".8 María Luis Álvarez Izquierdo de Los Lunes Seriéfilos elogió la actuación de Alberto San Juan, diciendo que "se sale del tiesto" y del guion apreció una narrativa que "cuida el detalle", además de elogiar la banda sonora de Alberto Iglesias como "la guinda sonora a la serie", concluyendo que la serie "despierta un interés bonito por uno de los iconos patrios de la moda".