Por Gisela Colombo
A mediados de marzo vio la luz un documental ficcionalizado en formato de serie que lanzó la plataforma de Star+. Se trata de un relato de la vida del manager de Diego Armando Maradona, Guillermo Coppola. El producto reúne hechos inspirados en la vida real, pero también los episodios mediatizados por el mismo Coppola, en medios de comunicación y off the records a periodistas, que dan licencias varias a los hechos reales. Es, a esta altura, antológico el don de la anécdota que tiene el Coppola real, cuyo carisma y gracia natural han sido las delicias del público, sin haber incurrido, más que excepcionalmente, en las tablas, ni sacado provecho artístico a sus talentos histriónicos.
Encabeza el elenco un actor ya consagrado, que muestra aquí, otra vez, su talento. Se trata de Juan Minujín, que encarna al protagonista. La figura de Minujín, en virtud de un gran trabajo de maquilladores, peinadores y vestuaristas, tiene un increíble parecido. Pero es gracias a sus dones actorales del actor que todo se vuelve sumamente creíble, sin perder la gracia natural del personaje, su simpatía y personalidad magnética. Es de rescatar la habilidad con que Minujín se comunica en italiano, sin que jamás su discurso a caballo entre dos idiomas, resulte forzado. Es un verdadero hallazgo su capacidad de saltar de expresiones lunfardo, o bien propias del Río de la Plata, y el acento italiano que reconstruye. En algún momento, también se lo escucha hablar un portugués perfecto. Acompañan a Minujín, con muy buenas actuaciones también, Mónica Antonópulos, que presta el cuerpo y la voz a Amalia «Yuyito» González; Adabel Guerrero, que interpreta a Alejandra Pradón. Una “Susana Giménez” es de lo más flojo que veremos, y será responsabilidad de Joaquín Ferreira el célebre «Rey de la noche», Poli Armentano. Mery Del Cerro cumple con el rol de Karina Rabolini y Scioli tiene el rostro de Federico Barón, que también es una interpretación mejorable.
La música será muy valorada por los que han vivido esos años noventa con la intensidad de la juventud. Pura nostalgia, en este aspecto.
Contrariamente a lo que vende el tráiler y predomina en el primer capítulo de la serie, la tira divierte, aunque no se queda en lo pintoresco, ni en los efectos del gran carisma en que se inspiró. Sondea, de modo creciente, la sensibilidad de un hombre que más que un hombre aparece como el pilar central de un edificio que amenaza con derrumbarse minuto a minuto.
Tal vez en ello se deje entrever cierta ambición hiperbólica del protagonista, que lo lleva a una esclavitud afectiva, a la larga, intolerable. Pero también el espectador sentirá el ahogo del personaje. El hartazgo y el cansancio de ser quien sostiene el bien de alguien que desea su propio mal exhibe un costado mucho más humano del Coppola real, quien, oportunamente, supo cómo no caer en la confrontación con el astro ni se victimizó, a pesar de los cuestionamientos.
Buen entretenimiento, dirigido por Ariel Winograd.