Por Gisela Colombo

El encargado, en este punto ya una serie consagrada por el público, tiene su tercera temporada que está siendo igualmente popular.

En sus inicios hemos reseñado esta ficción y hemos dicho que: “la acción ocurre en una propiedad de categoría ubicada en el Barrio de Belgrano. Con casi treinta años de estar empleado allí y viviendo en la terraza de la propiedad, […] Eliseo recibe la noticia de que el espacio será utilizado para montar un solarium con piscina. Eso significa que pretenden prescindir de sus servicios. Eliseo, que parece dueño de una sumisión casi irritante, de pronto saca a relucir un doblez de su personalidad, y comienza a expresar la faz temible que esconde, aunque sólo la vean clara el espectador y quienes se interpongan en su camino.

En este caso, se trata de un conjunto de siete capítulos breves en que, ya despojado de los peligros de las dos temporadas anteriores, Eliseo se propone afianzar su poder y utilizar su astucia más que probada en sus dos aventuras anteriores, que aquí se convierte en sed de poder. Basurto decide transformar toda su acción en una cacería de víctimas entre los encargados de la zona.

Es que Eliseo, invitado a una convención internacional de porteros de edificios en Río de Janeiro, viaja y tiene allí una iluminación. Como consecuencia, comienza a construir su imperio “tercerizador”.

Ahora tendrá una empresa que ofrecerá, como agencia de empleo, un servicio de encargados mediante el sistema que a él le servía en su propia experiencia laboral.

Si en temporadas anteriores, hemos visto a Eliseo poniendo en juego habilidades no del todo éticas y hasta perpetrar “acciones repudiables, con absoluta convicción, como licencias que se da en defensa de su puesto laboral”, aquí la ambición se despabila y aumenta sus horizontes.

Matías Zambrano (Gabriel, el puma, Goity), el antagonista de la primera y segunda temporada, regresa porque su hijo y su ex esposa siguen viviendo en el edificio. Con él, y con el encargado del edificio contiguo, se darán las escenas más divertidas.

El final de esta tercera resulta sugerente y una promesa de cuarta temporada que nos deja igual de ansiosos que en las ocasiones pasadas.

Siempre han sido muy bien actuados los episodios, aunque en esta temporada, en términos actorales, se multiplican los atractivos de la serie.

Ahora se incorporan también José María Listorti, Claudia Fontán, Manuel Vicente, Benjamín Vicuña y Daniel Aráoz, mientras participa brevemente Norman Brisky. Quienes regresan son, además de Goity, Pochi Ducasse, Darío Barassi. Gastón Cocchiarale y el mismísimo Francella, que como ya es costumbre, la rompe.

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La tira fue creada por los mismos directores de “El ciudadano ilustre”, de “Competencia oficial” y de otras tantas obras cuya calidad resulta innegable. Se trata de Mariano Cohn y Gastón Duprat.”

Y permítanme coincidir con alguna crítica negativa, que sostiene que los directores se “repiten” en sus producciones. Y sí, lo hacen… Aunque creo que en otro sentido. Si dijimos en reseñas antiguas que:

El resultado es una comedia que tiene suspenso, crítica social ácida, humor satírico y un guión excelente para el que trabajó el equipo profesional. La brevedad de los capítulos (de tan solo treinta minutos) y la agilidad del relato hacen que sea difícil pararse y dosificar la proyección. La convocatoria actoral acierta en todos los casos y logra la ejecución impecable de un elenco con mucho talento”, aquí debemos decir lo mismo, si somos fieles a la verdad.

Si en algo se “repiten” los directores es precisamente en esto que acabamos de transcribir: suspenso, crítica social, humor satírico, excelente guión y la agilidad inmejorable de los episodios.

En suma, entretenimiento asegurado, por tercera vez.

Destacable es el pequeño papel de Luis Brandoni, que nunca defrauda.