Por Gisela Colombo

En los últimos días de septiembre, Netflix estrenó una producción alemana que vuelve a llevar al cine la historia de la Emperatriz austro-húngara  conocida bajo el apodo de “Sissí”. La misma que fue motivo de diversas puestas en escena a lo largo de la historia de la industria cinematográfica. 

Esta vez se trata de una tira de seis episodios que no hace más que comenzar a contar la vida de Elisabeth de Baviera desde que es requerida en matrimonio por Francisco José de Austria, su primo hermano. Es solo un punto de partida inconcluso que, sin dudas promete una segunda temporada. Quizá más. 

Francisco José de Habsburgo había sido  comprometido informalmente, según los deseos de ambas familias con la hermana mayor de Sissí. Helena había recibido una formación completamente ordenada a desempeñarse como reina consorte. Elisabeth, en cambio, era la segunda hija mujer, una rebelde, de conducta salvaje, independiente de las normas impuestas a las señoritas de su clase. Amaba el campo abierto, los caballos y las travesías. Sabía manejar armas de fuego y  acostumbraba a andar descalza y dejaba que el barro de las aventuras rurales se le pegara a la piel y al pelo. 

Lo que estaba destinado a suceder era la presentación de Helena al Emperador, quienes se habían visto alguna vez en la infancia. Pero en la ocasión ocurrió algo sorpresivo.  Francisco José, no pidió la mano de Helena: había quedado prendado de Elisabeth en el transcurso de la visita. De tal modo, el monarca sorprendió a todos pidiendo la mano de Sissí. Allí se produce la génesis del primer conflicto que apena a nuestra heroína: la decepción de su hermana.

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Tiempo después, y con una preparación esmerada de instructores y maestros, se produce el matrimonio. Lo que sobrevendrá después son las típicas intrigas de la corte, el ahogo de Sissí por el encierro en la jaula de cristal y las responsabilidades protocolares que la obligan. Su carisma encanta al pueblo en cuanto la conoce, pero puertas adentro del palacio la vida le resulta muy opresiva. Su suegra es parte importante del problema y la relación con su esposo es de amor mutuo aunque las exigencias de la envestidura real les impiden vivirlo libremente. 

El temperamento escandaloso de la Emperatriz impacta con la rigidez de la Archiduquesa Sofía, madre del Emperador, tía y suegra de Elisabeth y la bomba comienza su cuenta regresiva. 

Hasta aquí la ficción de esta nueva tira coincide bastante con las muchas biografías que se han escrito y gran parte de las películas que se han rodado sobre el tema. En este caso, no obstante, la figura de Maximiliano, el hermano menor y díscolo de Francisco José, se ubica en el sitio del antagonista e incluso intenta seducir a Sissí de modo romántico. Según esta versión él, como el Emperador, también está enamorado de ella. 

El relato llega en el sexto episodio a mostrar las presiones oficiales para que los monarcas den un heredero. No hay dudas de que la historia está todavía en pañales y promete seguir mucho más. 

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Uno de los dramas que enfrentará la Emperatriz según rezan sus biografías, es la decisión de la Archiduquesa de educar a sus nietos sin darles la oportunidad a sus padres de hacerlo personalmente. Las responsabilidades de Francisco José van increscendo con los conflictos internacionales y la atención del Emperador por su esposa decrece al mismo tiempo. No obstante, quienes conocen la historia sostienen que el monarca jamás dejó de estar enamorado de esta mujer anticonvencional, inquieta, melancólica y, por momentos, depresiva. 

Veremos hasta qué punto de esa vida se dignará contar la serie. 

La realización, en esta primera temporada, es satisfactoria, aunque el ritmo del relato resulta un poco lento. Las actuaciones están muy bien y no hay grandes detalles por objetar. Recomendable entretenimiento en que se despliega una historia bastante documentada.