Por Gisela Colombo
“Engaño” (Inganno) es una serie italiana de las pocas que nutren el listado de producciones que nos llegan a las plataformas argentinas provenientes de Italia. Se trata de una tira de seis episodios, con un tono de drama romántico.
En escenas que preceden el principio cronológico de la historia, vemos a la protagonista comprando un traje para casarse y topándose con el inconveniente de que sus tarjetas de crédito han sido bloqueadas. Se la ve increpando a Stephano (Emanuel Caserio), su hijo mayor, por el impedimento.
Luego, con una leyenda que implica volver atrás en los hechos, el relato recomienza narrando un encuentro fortuito entre una mujer madura (Gabriella) y un hombre de mediana edad (Elia), a quien parece habérsele averiado el auto muy cerca de la Casona de varias plantas, en la Costa Amalfitana, que funciona como un hotel y pertenece a esta mujer.
Una tormenta se desata mientras ella intenta auxiliar al sujeto. Él se deja ayudar, y desencadena que ambos corran hasta el “albergo”, que está en refacciones y, por tanto, no tiene ni personal ni pasajeros.
Gabriella (Monica Guerritore), que vive con un hijo, en ese momento está sola, porque su hijo ha salido. Y, casi sin querer, se somete al peligro de quedar a merced de un desconocido.
En esta primera ocasión en que se ven, la acción parece andar por una cuerda floja entre el temor y la atracción. La dueña de casa intenta resolver el asunto de la ropa mojada, prestándole una remera de su hijo al extraño. Y eso mismo dará lugar a un segundo encuentro en el que ella pagará una cuenta al mecánico que resolvió el desperfecto. Una cosa llevará a la otra y finalmente se consumará un romance que tanto al espectador como al resto de los personajes podrá resultarles un poco inverosímil.
Todos desconfían de Elia, de sus oscuras intenciones, que parecen estar a la luz. Una serie de hechos ligados a propiedades y dinero líquido que debe ir cubriendo Gabriella confirma una y otra vez los propósitos inconfesables del novio. Una pareja anterior de Marini y el registro de nombres diferentes con los que se hace conocer, alimentará las sospechas. Cuando se sepa que esa nueva antagonista está embarazada el proyecto de Elia parecerá naufragar.
La serie estará permanentemente atenta a esa rareza vincular por la cual un hombre de treinta y tantos años, de atractivo innegable, se enamora de una mujer que acaba de cumplir los sesenta. Tanto los hijos (Dharma MangiaWoods, Emanuel Caserio y Francesco Del Gaudio), como el ex marido de Gabriella (Geppy Gleijeses), el gerente del hotel y otros personajes secundarios, imaginan que Elia Marini es un gigoló, sediento de dinero y con un pasado oscuro. De la investigación del hijo mayor de Gabriella, Stephano, de la causa judicial y de todos los conflictos colectores de los personajes es que trata la miniserie.
Los paisajes, la fotografía, la estética de los escenarios y de los vestuarios, el sonido nítido y la dicción de los actores convocan una muy buena calificación de la serie. No obstante, la explicitud con que se rodaron las escenas de sexo incomoda un poco. Tal vez porque rompe la hegemónica relación sexual entre dos jóvenes bellos que solemos ver en la pantalla. Aquí un hombre joven y atractivo (Giacomo Gianniotti) une su gracia con el cuerpo de una mujer bella pero madura para el canon de desnudez cinematográfica. Sin embargo, de esta incomodidad parece pender el efecto de la serie. Aunque también las dudas sobre la verosimilitud de lo narrado.
El guión y la trama que propone pueden ser comerciales, pero bastante básicos.
De todos modos, más allá de sus carencias, la tira atrapa y es un espectáculo para la vista, en muchas de sus escenas.