* Por Gisela Colombo

“1408” es una de las películas que incorporó Netflix a su plataforma últimamente. No es ninguna novedad, el producto tiene varios años. Se trata de un estreno de 2007, basado en un famoso cuento de Stephen King, que manifiesta la tónica habitual de sus relatos de terror.

Narra la historia de un escritor internacionalmente prestigioso que ha dedicado su vida literaria a desacreditar los episodios que el público considera de intervención sobrenatural. Fantasmas, aparecidos, casualidades sospechosas, etc. Su racionalismo aparece en él como una evolución, tal vez, de una creencia anterior. En el film lo sabemos por un recuerdo en que una mujer joven le lleva a la presentación de un nuevo libro el primero de sus textos, para que se lo dedique. Él firma y le responde que ya no es el hombre que escribió ese libro.

Activo durante muchos años, el escritor Mike Enslin se esmera en investigaciones con una actitud que no admite verdades que escapen a su propia visión empírica de los misterios.

Entre los casos que llegan a su conocimiento, está el extraño fenómeno del cuarto 1408 del hotel neoyorkino denominado “Delfín”. En connivencia con su editor, logra visitarlo y, no sin una insistencia tóxica, consigue la contratación de la habitación del misterio. Cosa que sucede aun cuando el gerente del hotel se niega muchas veces a dejarlo entrar. El golpe definitivo será la gestión de un abogado de la editorial que ofrece la argumentación judicial efectiva. De tal modo, finalmente Enslin intenta pasar una noche en el sitio que el mismo Gerente del hotel (Samuel L. Jackson) define como “Maldito”. La clausura del cuarto, responde a los episodios que tuvieron lugar allí: ocurrieron tantos hechos inexplicables y aterradores que los mismos empleados no se atreven a atravesar la puerta. Es que los pasajeros afectados terminaron en ceguera, en muerte natural abrupta o en suicidio.

Protagoniza el film el consagrado John Cusack y componen el elenco, además de Samuel Jackson, Mary McCormack, y Tony Shalhoub, entre otros.

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Dirigió la película Mikael Hafström, la productora es “Lorenzo di Bonaventura” y Matt Greenberg, Scott Alexander y Larry Karaszewski son los responsables de la adaptación para cine del relato de un escritor norteamericano enorme.

El resultado es, más que el miedo y el suspenso, la sensación de opresión que alterna hechos que se manifiestan permanentemente dentro de la habitación, mientras los raccontos nos van revelando un tiempo anterior de la vida de Mike signado por un trauma irremediable. A la ya tétrica propuesta se suma el conocimiento de una verdad que le devela el gerente: nadie pudo sobrevivir una noche allí, que es la aspiración del escritor. A lo sumo, una hora. Ya dentro e instalado, un reloj que descansa sobre la mesa de noche, de pronto se activa y comienza a cronometrar en cuenta regresiva sesenta minutos, mediante lo cual la víctima advierte rápidamente que ésa será la duración de su infierno.

Pura acción y efectos especiales, pero sobretodo, opresión y angustia que nos conminan a una reflexión no muy profunda sobre la continuidad entre vida y muerte, la existencia de una dimensión invisible para los vivos y la incapacidad del método empírico y el racionalismo para explicar la realidad humana.

La película atrapa, está bien actuada, es creíble en los códigos del género, pero no supera las puestas en escena emblemáticas inspiradas en cuentos de Stephen King, tales como “El resplandor”, “1922” o “Carrie”.