Por Gisela Colombo
Envidiosa es una serie argentina estrenada en y pertenece al género de la Comedia dramática que es tan afín al gusto argentino.
Dirigida por Gabriel Medina, a partir de un guion de Carolina Aguirre. La producción pertenece a Kapow.
Se trata de una ficción en la que la protagonista es una mujer que roza los cuarenta años y acaba de dejar a su pareja, cuando se entera de que él se ha casado con una “garota” que conoció en un viaje relámpago a Brasil. Mientras vivió con Victoria, en cambio, el tipo nunca quiso casarse. Este punto de partida es, en realidad, un disparador de algo que es característico de la personalidad de la protagonista. Una disposición que, según acreditan sus amigas, es permanente: su condición de “envidiosa”.
Envidia significa “mirar torcido” y los antiguos la identificaban con alegrarse del mal ajeno, o entristecerse por el bien de los demás.
“Las comparaciones son odiosas”, escuchamos esta frase hasta el cansancio. Pero la envidia es hija de esa realidad de observar permanentemente la vida de los demás y medirse con la vara que los observados ofrecen. Ya vivir con el veneno de sufrir los éxitos ajenos es suficiente para ser infeliz. Pero existe un infierno mayor: y es el de sentirse obligado a vivir experiencias semejantes para equiparar el valor que uno tiene con el de los demás.
Toda esta percepción ocurre desde el plano más superficial, el de la epidermis social, que tiene larga data, pero que hoy se manifiesta más en las redes que en ningún otro ámbito.
Al observar de afuera la vida de otros uno sólo puede percibir la cara superficial de la gente. Digamos que “las perdidas” no suelen contarse. La distancia y la falta de realismo con que se mira determina que la envidia se potencie a grados mucho más altos.
Y las consecuencias son devastadoras: claro, no para el envidiado, que quizá jamás se entere, sino para quien de verdad envidia. El envidioso pierde de vista su brújula, y suele embarcarse en un barco ajeno. En planes que no tienen que ver con él sino con esa persona a la que admira no muy saludablemente. Siempre como recién llegado a cada plan ajeno, lógicamente, pierde en la comparación con alguien que se ha enfocado antes y esencialmente en un propósito que lo identifica. Por eso, no se trata solo de la herida a la autoestima. Lo más grave es que, en ocasiones, acaba en un extraviarse y tornarse un desconocido para uno mismo.
Toda esta indagación puede desprenderse de la serie que protagoniza Griselda Siciliani, a quien acompañan tanto Esteban Lamothe como Benjamín Vicuña, Pilar Gamboa, Violeta Urtizberea, Marina Bellati, Bárbara Lombardo, Martín Garabal, Lorena Vega y Susana Pampín.
Victoria emprenderá una terapia con (Bárbara Lombardo) que será el catalizador de una serie de experiencias entre patéticas y ridículas que moverán a risa y darán ganas de llorar, al mismo tiempo. La desesperación de la protagonista por hallar un esposo y cumplir su sueño de “Susanita” se verá dilatado una y otra vez, mientras sus reacciones frente a las bienaventuranzas de sus amigas le pateen el hígado a decibeles inimaginables.
Esta ficción, sin contacto aparente, suscita algo que semejante a aquel clásico de la comedia romántica llamado “¿Cómo perder un hombre en diez días?, en el que Kate Hudson nos obliga a pegar la mano contra la frente una y otra vez, con la sensación de no creer que se pueda hacer algo peor para relacionarse con un hombre.
La tira es ágil, muy afín a nuestro humor, y Griselda Siciliani supera infinitamente las expectativas. Diríase en la calle que “la rompe” con su actuación. Sólo por ella ya valdría la pena verla, pero el resto de los actores están impecables en sus roles y el guión se las trae. Excelente entretenimiento y convite para una reflexión respecto a las sociedades modernas, los vínculos y la soledad.